Ubicado junto al barrio popular Las Tunas, en un contexto de alta vulnerabilidad social, el Colegio María de Guadalupe ganó uno de los cinco World’s Best School Prizes. La clave: un trabajo articulado con familias, empresas y ONG para brindarle herramientas a cada egresado
En General Pacheco, donde el arroyo Las Tunas se cruza con la avenida Constituyentes se abre la calle General Mosconi, de unos pocos metros. A las 8 de la mañana, la zona se llena de voces infantiles: en bici o caminando llegan los 700 alumnos que cursan en la escuela ubicada junto al arroyo. En ese rincón del conurbano bonaerense está puesta hoy la atención global. Hace 12 años era un basural frente al barrio popular Las Tunas. Ahora funciona ahí el Colegio María de Guadalupe, la mejor escuela del mundo.
“Esta es la mejor escuela del mundo porque es a la que venís vos”, dice un mural que se ve al llegar. Un poco más adelante, pegado sobre la puerta, un cartel avisa que no hay vacantes para 2025: por cada alumno que ingresa, seis quedan afuera. La escuela viene creciendo desde 2012; empezó con primer ciclo y ya tiene nivel inicial, primaria y secundaria. El equipo entre los tres niveles suma unos 115 docentes y profesionales. En el futuro cercano apuntan a abrir sala de 3 y nuevas secciones (divisiones), pero cada paso requiere de un respaldo económico sólido que lo vuelva sostenible.
“Sentimos un orgullo inmenso por el reconocimiento. Es una alegría ver que ese orgullo es compartido por toda la comunidad –alumnos, docentes, familias–. Por otro lado, es una responsabilidad estar a la altura de semejante premio”, describió María Luz Diez, directora de Desarrollo Institucional del colegio, en medio de los preparativos para la celebración de este jueves. Como en otras ocasiones, las familias están convocadas a festejar: la institución es “una escuela de puertas abiertas”.
Cómo es la escuela
El Colegio María de Guadalupe es una escuela pública de gestión privada con una cuota social mínima. Fue fundada por iniciativa de María Paz Mendizábal y Roberto Souviron con la misión de “ofrecer educación de calidad con un modelo inclusivo e innovador a niños, niñas y jóvenes que viven en contextos de vulnerabilidad, a un costo similar al de la educación de gestión estatal”.
Las familias pagan una “cuota social” que representa alrededor del 12% del costo por alumno, pero también hay becas para quienes no pueden pagarla. La escuela tiene un 65% de subvención estatal de la provincia de Buenos Aires en primaria y secundaria. El resto se financia con aportes y donaciones de la sociedad civil. Desde marzo de este año, además, la escuela tiene una institución “hermana”: el Colegio Rosario Vera Peñaloza, ubicado en Garín, que ya suma 225 alumnos en sala de 4, 5 y primer grado.
El World’s Best School Prize implica un premio de 10.000 dólares. Más allá de esa ayuda, la escuela necesita seguir sumando respaldo económico para poder garantizar la sostenibilidad y ampliar las vacantes. “El compromiso de la sociedad civil es fundamental para sostener el modelo”, afirmó Diez, y mencionó como ejemplo el programa de padrinazgo.
El 50% de los alumnos vive en condiciones de hacinamiento; el 70% de sus padres y madres no terminó la secundaria. Pese a esas circunstancias, los estudiantes obtuvieron resultados por encima del promedio en las pruebas Aprender –que se toman hoy en secundaria– y tienen altos índices de egreso. Según explicó María Luz Diez, el premio reconoce “el trabajo comunitario articulado con múltiples actores: las familias como aliadas fundamentales, pero también organizaciones de la sociedad civil y empresas”.
También destacó como rasgos centrales del proyecto escolar el acompañamiento personalizado a cada estudiante, el régimen de jornada completa desde primer grado y la “formación docente situada y constante”, que incluye observaciones entre colegas y por parte de los directivos, con retroalimentación formativa para enriquecer las prácticas de enseñanza. Los estudiantes terminan la secundaria con un título de bachiller especializado en Administración, Medio Ambiente, Programación o Producción Audiovisual.
La educación emocional, el arte, el deporte y la tecnología también son pilares importantes de la propuesta pedagógica, además del proyecto transversal de huerta, que algunas familias replican en sus casas a partir de lo que aprenden sus hijos. Desde primer grado, los alumnos tienen cuatro maestras especialistas –la de Prácticas del Lenguaje, Matemática, Ciencias Naturales y Ciencias Sociales– que trabajan de manera articulada y los acompañan durante todo el primer ciclo.
Mientras afuera diluviaba, Infobae conversó con estudiantes en la biblioteca. “Los profesores nos enseñan muy bien. Pero lo que más me gusta es que nos escuchan”, explicó Julieta, de 6° grado. También contó que cada grado realiza asambleas en las que se debaten los problemas de convivencia y otras situaciones que afectan al grupo: “Es un espacio donde nos permiten expresarnos”.
Jana, de 3° grado, también valora la cercanía de los docentes. “Nos dedican tiempo, nos cuidan en el recreo y nos ayudan a estar unidos”, describió. Nahiara, de 1° grado, se muestra orgullosa porque está aprendiendo las letras y “cómo suenan cuando las juntamos”. Lo que más le gusta es Lengua, Arte y Huerta. Sobre todo: “Que los maestros nos hacen aprender y nos enseñan a leer”.
Las razones del premio
Desde la escuela se presentaron al premio con los programas de Orientación Vocacional, Mentoría e Inclusión Laboral. Este último busca desarrollar habilidades para mejorar la “empleabilidad” de los estudiantes del último año, los egresados y los alumnos de otros colegios vecinos, “para que puedan insertarse en el mundo del trabajo y diseñar un proyecto de vida superador”.
El programa de inclusión laboral abarca capacitaciones en habilidades socioemocionales, laborales y técnicas, y se apoya en alianzas con empresas locales, ONG y familias. Entre los resultados, lograron disminuir del 21% al 13% el porcentaje de egresados que no estudian ni trabajan, y aumentaron más del doble (12% al 30%) en dos años el acceso de los graduados al trabajo formal: en el colegio hablan de la importancia de “garantizar la terminalidad con herramientas”.
Armaron una bolsa de empleo y generaron una red de empresas –desde pymes familiares hasta grandes compañías– que ofrecen oportunidades laborales. “Cerca del 50% de nuestros egresados accede a estudios superiores, una cifra muy superior al promedio para estos contextos de vulnerabilidad”, señaló Diez. Ahora la escuela utilizará los fondos del premio para invertir en avances tecnológicos que permitan mejorar la calidad y el alcance de este programa de inclusión laboral.
“Destacamos la oportunidad de mostrar el poder de un compromiso comunitario significativo, con un enfoque en garantizar puentes entre la escuela, la vida laboral y el acceso a la universidad. Nuestra principal ambición es contribuir a crear las mejores escuelas del mundo, y este reconocimiento sin duda potenciará nuestra capacidad para inspirar a otros a creer que se necesita una comunidad para criar y educar a un niño con resultados sobresalientes”, dijo Luis Arocha, director ejecutivo de la Fundación María de Guadalupe, de la que depende la escuela.
Las otras cuatro escuelas que ganaron este año el World’s Best School Prize son el Istituto Galilei-Costa-Scarambone de Italia (en la categoría “Promoción de Vidas Saludables”), la Ryan International School – Vasant Kunj de India (por su “Acción Ambiental”), la CM RISE School Vinoba – Ratlam de India (por “Innovación”) y The First Ukrainian School en Polonia (en la categoría “Superación de la Adversidad”). Las instituciones fueron elegidas por la votación de un jurado compuesto por líderes de todo el mundo, incluidos académicos, educadores, ONG, emprendedores sociales, gobierno, sociedad civil y el sector privado.
Todas las escuelas ganadoras fueron invitadas a la Cumbre Mundial de Escuelas en Dubái, Emiratos Árabes Unidos, el 23 y 24 de noviembre. El evento “reunirá a líderes educativos globales con las mejores escuelas del mundo para ayudar a transformar la educación”, señalaron los organizadores.
“Es un gran honor para mí otorgar al Colegio María de Guadalupe en Argentina el World’s Best School Prize for Community Collaboration 2024. La diferencia que han hecho en las vidas de sus alumnos, en su comunidad y más allá inspirará a educadores y responsables de políticas por igual”, consideró Vikas Pota, fundador de T4 Education, la organización que entrega los premios en alianza con Accenture, American Express y la Fundación Lemann.
Pota concluyó con un mensaje para la política: “Espero que los gobiernos ahora miren su brillante ejemplo para ver lo que se puede lograr cuando las escuelas se comprometen con el alto rendimiento y cuando la educación busca abordar algunos de los mayores desafíos que enfrenta nuestra sociedad. Su trabajo ilumina el camino hacia un futuro mejor”.