Lejos de moderarse con el ejercicio del cargo, cuanto más pasa el tiempo y pesan las responsabilidades más se deterioran el trato, las formas y la forma de tomar ciertas decisiones.
Nada es nuevo, pero todo parece ir “perfeccionándose” con el tiempo. A veces, hasta límites insospechados. Como si no hubiera habido ya suficientes desaguisados en las relaciones con el mundo, en la semana explotó quizás el más insólito, y de la manera más inesperada. Después de las peleas con China, Brasil, Colombia, México, Chile, Estados Unidos, Venezuela, España, estalló el conflicto con Francia.
Del cántico discriminador, racista y homofóbico, que le dedicaron algunos de los jugadores de la Selección a sus pares franceses, se pasó a un enfrentamiento diplomático con la administración de Emmanuel Macron, a quien justamente visitará Javier Milei en los próximos días, cuando viaje a la inauguración de los Juegos Olímpicos en París. Peor timing no se consigue.
Pero esto ya parece una especialidad de la casa. Tanto como el lenguaje y los modos que, del sillón del Ejecutivo para abajo, se utiliza para descalificar a adversarios, amigos hasta un minuto antes, opositores, periodistas, empresarios o, virtualmente, cualquiera.
Y allí irrumpió en escena la inefable e inclasificable diputada libertaria Lilia Lemoine. No contenta con señalar que “es muy llamativo que un país que es occidental y blanco (como Francia) tenga una selección de fútbol que más bien sería de un país africano”, la cosplayer devenida legisladora redobló la apuesta.
Congratulándose con el despido de Garro, Lemoine dijo que el funcionario “es un tipo que estaba arrodillándose, se lo veía cómo estaba a punto de sobarle la quena a alguien. Yo no quiero un funcionario en el gobierno que vaya a chuparle nada a ninguna potencia extranjera”.
Por si la ordinariez y la vulgaridad no eran suficientes, agregó, con el correspondiente gesto del puño cerrado hacia el pecho: “Esta se tiene que disculpar. Disculpate con Messi, Garro”.
Con otro lenguaje, un tuit de la vicepresidenta Victoria Villarruel cuestionó aspectos de la historia francesa, con pretendidas reivindicaciones patrióticas y expresó su total apoyo a Enzo Fernández. La hermana presidencial salió presurosa rumbo a la embajada gala a poner paños fríos y aclarar que el pensamiento de la vice no representaba el del Gobierno. Otro cortocircuito ahí. Y otra contradicción: al final, ¿por qué lo echaron a Garro?
Hablando también de economía, y al cuestionar la medida tomada por un banco, el Presidente lanzó: “Les dejamos el culo como un mandril”.
Probablemente a muchos les parezca gracioso, o “genuino” el lenguaje violento, grosero y vulgar que cada vez con más fuerza utiliza la política, con más o menos ímpetu, de manera transversal. Pero sería un error minimizar el tema, y sus efectos. Samuel Johnson decía que “el lenguaje es la ropa de los pensamientos”. Y la sabiduría popular asegura que quien siembra vientos, cosecha tempestades. Y por aquí ya padecimos las suficientes.