Viene de vencer por 2-1 a Ucrania y si gana no solo dejará afuera la Selección, sino que avanzará a cuartos de final.
Tiene tres jugadores que militan en Europa y dos figuras que acaparan todas las luces.
Conflictos bélicos y devastación son los primeros conceptos que emergen de la cabeza de muchas personas cuando se habla de Irak. Pero el fútbol también existe y regala algunas alegrías a los 45 millones de habitantes de ese país (y a los 2 millones de iraquíes que residen fuera de su patria). El combinado árabe será el segundo rival de Argentina en el grupo B de los Juegos Olímpicos de París, el sábado a las 10 en Lyon, y afrontará ese duelo con la chance de asegurarse el pasaje a los cuartos de final y, de yapa, eliminar al conjunto dirigido por Javier Mascherano.
Los iraquíes debutaron el miércoles con una victoria 2 a 1 ante Ucrania en un choque que comenzaron perdiendo y remontaron gracias a los tantos convertidos en el segundo tiempo por Aymen Hussein (de penal) y Ali Jasim. “El partido fue difícil, pero tuvimos un gran rendimiento y logramos dar vuelta el resultado. Mostramos carácter de campeones y ahora estamos un paso más cerca de nuestro objetivo de alcanzar la segunda ronda”, destacó Hussein tras el triunfo que dejó a su equipo en la cima de la zona junto a Marruecos.
Esta no es una experiencia novedosa para Irak, uno de los tres seleccionados asiáticos que están compitiendo en París (los otros son Uzbekistán y Japón), ya que está participando por sexta vez en unos Juegos Olímpicos: antes dio el presente en Moscú 1980, Los Ángeles 1984, Seúl 1988, Atenas 2004 y Río de Janeiro 2016. Su mejor actuación fue hace dos décadas en la capital griega, donde quedó a un paso de una medalla: llegó hasta las semifinales, pero en esa instancia perdió 3 a 1 con Paraguay (que sería vencido en la final por la Argentina de Marcelo Bielsa) y luego cayó 1 a 0 con Italia en el duelo por el tercer puesto.
“El regreso de Irak a los Juegos Olímpicos es un gran logro, dadas las difíciles circunstancias que atravesó el equipo y también el fútbol en Asia Oriental. Es un regreso a la historia y al carácter del fútbol iraquí”, valoró el entrenador Radhi Shenaishil Swadi, quien también condujo al combinado mayor en cuatro breves períodos entre 2009 y 2022.
“Debemos ser realistas y pensar en mostrar un nivel honorable en los Juegos. La ambición es lograr buenos resultados. El primer objetivo es clasificarnos para la segunda ronda a pesar de la dificultad del grupo”, propuso antes del inicio del certamen el exdefensor del seleccionado (disputó 80 partidos entre 1988 y 1999).
El conjunto árabe está afrontando estos Juegos con una dotación que no cuenta con figuras de renombre, aunque sí con varios futbolistas con experiencia en el combinado mayor. De los 18 integrantes del plantel, solo tres jugaron la última temporada en Europa y todos son productos de la diáspora: Hussein Ali, nacido en Malmö (Suecia) y lateral del Heerenveen neerlandés; Youssef Amyn, hijo de padres kurdos afincados en Essen (Alemania) y mediocampista del Eintracht Braunschweig de la 2.Bundesliga; y Josef Al Imam, también nacido en Malmö y zaguero central del BK Olympic, de la tercera división sueca.
Los dos hombres más destacados de este equipo son justamente los autores de los tantos en el encuentro del miércoles ante Ucrania. Pese a sus 20 años, Ali Jasim ya jugó 13 partidos en el combinado mayor y tuvo una destacada actuación en la Copa Asiática de Qatar 2023. Además fue el máximo anotador del clasificatorio olímpico (hizo cuatro y además dio dos asistencias) y convirtió el gol de la victoria contra Indonesia en el crucial partido por el tercer puesto. La próxima temporada se probará en el fútbol de elite: el Como italiano anunció el miércoles su contratación.
Aymen Hussein es uno de los tres mayores que integran el plantel (los otros son el defensor Suad Natiq y el mediocampista Ibrahim Bayesh). El delantero de 28 años, a quien apodan El Hachero, se desempeña en el Al-Quwa Al-Jawiya, el equipo del Ministerio de Defensa iraquí, y ya jugó 72 partidos y marcó 27 goles en el seleccionado mayor. Esta cita en París representa una revancha para él, ya que fue el autor del gol decisivo para la clasificación de Irak a los Juegos de Río de Janeiro 2016, pero se perdió ese certamen por una lesión.
Hussein carga en su historia familiar con las marcas que los conflictos en su país tatuaron en la vida de muchos compatriotas. Su padre, un oficial de Ejército iraquí, murió en 2008 durante una acción armada de Al Qaeda en Bagdad. En 2014, uno de sus hermanos, que era agente de Policía, fue secuestrado por un comando del Estado Islámico cerca de Kirkuk, 450 kilómetros al norte de la capital, y todavía permanece desaparecido. Tras ello, su madre y sus dos hermanos menores debieron huir y la casa familiar fue demolida por los rebeldes.
La historia de Hussein es una de muchísimas que se repiten en un país que en el último medio siglo afrontó una guerra con la República Islámica de Irán entre 1980 y 1988, sufrió una invasión de una coalición internacional encabezada por Estados Unidos en enero de 1991, soportó luego una década de sanciones económicas, padeció una segunda invasión de otra alianza militar liderada por Estados Unidos en marzo de 2003, que llevó a la caída del gobierno de Saddam Hussein y a una ocupación que se extendió durante más de ocho años, y finalmente afrontó una guerra interna contra las milicias del Estado Islámico entre 2013 y 2017.
Durante ese período, la pelota siguió rodando. La liga local, cuya primera edición se disputó en la temporada 1974/75, continuó jugándose casi sin interrupciones durante estos conflictos pese al estado de devastación que el país soportó durante largos períodos. El certamen no se llevó a cabo únicamente en las temporadas 2002/03 y 2003/04, durante la segunda invasión estadounidense, y se canceló a siete fechas de su desenlace en la campaña 2013/14, en uno de los segmentos más duros del enfrentamiento con el Estado Islámico.
En este medio siglo, el seleccionado masculino también siguió compitiendo. Durante este período logró su única clasificación a un Mundial, el de México 1986, en el que perdió sus tres partidos en el grupo B ante Paraguay, Bélgica y México. También obtuvo su única Copa Asiática en 2007. Y ganó cuatro veces la Copa del Golfo. Su última consagración en ese certamen fue el año pasado y como anfitrión: venció 3 a 2 a Omán en la final.
Con su combinado sub-23 reforzado, el fútbol iraquí procurará darle una alegría a un país que no tiene muchas más esperanzas a las cuales aferrarse en estos Juegos Olímpicos. De hecho, solamente otros cuatro deportistas representarán a esta nación en París: el nadador Hasan Ali Khaleel Al-Zinkee, el pesista Ali Ammar Yusur Rubaiawi, el judoca Sajjad Sehen y el velocista Taha Hussein Yaseen.