El entrenador alemán dirigió su último partido, tras nueve años en el cargo, y fue victoria sobre Wolverhampton.
Una ovación antes del partido, un ‘tifo’, bufandas con su rostro y una gran ceremonia: Jurgen Klopp recibió un emocionante homenaje de los hinchas y directivos del Liverpool este domingo en su último partido en el banco de los ‘Reds’, que le ganaron 2-0 al Wolverhampton con un gol de cabeza del argentino Alexis Mac Allister, al que el entrenador alemán le dio un lugar preponderante en su equipo.
“Estoy muy sorprendido. Para ser sincero, creía que estaría hecho pedazos, pero no lo estoy”, dijo un sonriente Klopp, que contuvo sus lágrimas durante la ceremonia que le rindió homenaje al final del partido, para el que todos los hinchas se quedaron en sus asientos en el estadio Anfield.
Momentos antes del pitido inicial, cuando Anfield se puso en pie como uno solo para homenajear una última vez a su entrenador, Ulla Sandrock, mujer del técnico alemán, se deshizo en lágrimas en las gradas. No muy lejos de ella, Kenny Daglish, leyenda de los ‘Reds’, también se puso en pie para rendir homenaje al ‘Normal One’.
En los márgenes del césped, la emoción también era palpable.
Tras el pitido final, Klopp fue al círculo central para felicitar a los jugadores antes de girarse, con la mano sobre el corazón, hacia el público y enviar numerosos besos.
Una ceremonia tuvo lugar sobre el césped de Anfield, en la que Klopp, sonriente, fue rodeado por una guardia de honor de sus jugadores, entre ellos el inglés Trent Alexander-Arnold, con lágrimas en los ojos. Junto a ellos descansaban los ocho trofeos conquistados por el entrenador alemán durante su fructuoso paso por Inglaterra.
Ya antes del partido hubo varios momentos emotivos, más contenidos porque había un partido que jugar.
En el momento de saltar al césped, Klopp recibió una ovación con todos los hinchas de Anfield en pie, mostrando un mosaico “Jurgen”, mientras otros fans levantaban bufandas con el rostro del alemán.
El mosaico cambió a un corazón con los colores de la bandera alemana, mientras el estadio coreó el himno del club “You’ll Never Walk Alone” ante Jurgen Klopp.
La dulce despedida con un sólido triunfo
El Liverpool cerró con una victoria fácil (2-0) sobre el Wolverhampton, marcada por la expulsión de Nelson Semedo en la primera parte. Los Wolves fueron el testigo invisible de un partido en el que nada tenía importancia, salvo el adiós de Klopp, un técnico que marcará una época en el Liverpool.
En total, el alemán ha sumado 3.145 días al frente de un club que gracias a su trabajo, entre las temporadas 2015/16 y 2023/24, ganó una Premier League, dos Copas de la Liga, una Copa de Inglaterra, una Community Shield y, sobre todo, una Champions League, una Supercopa de Europa y un Mundial de Clubes.
En total, ocho trofeos que la hinchada de Anfield no quiso que pasaran al olvido. Necesitaban mostrar su cariño a Klopp y, para empezar, recibieron al autobús del equipo en la calle como si el Liverpool se jugara el pase a la final de la Champions League. Un pasillo humano con miles de personas rodeó a los últimos elegidos para defender la camiseta del Liverpool con la mayor dignidad posible el día de la despedida de un gran entrenador.
Futbolísticamente no había absolutamente nada en juego. El Liverpool iba a ser tercero sí o sí. Sólo pudieron con ellos el Manchester City y el Arsenal. Esta vez, no salió cara para Klopp, que, sin embargo, esperaba un último esfuerzo de sus jugadores para acabar bien su exitoso ciclo de casi una década.
Se lo puso fácil el Wolverhampton, con una expulsión a la media hora de Semedo por una entrada terrorífica sobre Mac Allister que fue revisada por el VAR. En ese momento, se acabó el partido, porque si el Liverpool ya lo tenía totalmente dominado, pasó a abusar de su rival.
Con un hombre menos, en apenas quince minutos, los que restaban para el final de la primera parte, el Liverpool noqueó al Wolverhampton con los tantos de Mac Allister y de Quansah. El primero, hizo el 1-0 con un buen cabezazo a centro de Elliott; el segundo, con un certero derechazo ajustado que bastó para cerrar el partido.
Entonces, el Liverpool administró con más calma los segundos 45 minutos. Bajó sus revoluciones, levantó el pie del acelerador y el público que acudió a Anfield celebró hasta el final el adiós de un hombre que eclipsó todo lo que ocurrió sobre el campo: Jurgen Klopp. Todo lo demás, no importó a casi nadie.