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Jorge De Marco (65) tenía dos gatas en su casa que había rescatado. La última, en ese asentamiento.
Todas las mañanas, Jorge De Marco (65) cumplía con un rito: desayunar café con leche y medialunas en el bar La Bicicleta, de San Isidro. El jueves último no apareció y esto despertó las sospechas de Susana Dascalaky (58), con la que llevaba 13 años en pareja aunque no vivían juntos, quien fue hasta el lugar a preguntar por él.
“Orlando, ¿vino Jorge hoy a tomar café?”, interrogó la mujer, una abogada penalista y activa defensora de los derechos de los animales, quien había intentado contactarlo vía WhatsApp a eso de las 11, ya que el hombre había quedado en pasarle una información, pero los mensajes quedaron con un solo tilde.
“No Susana, no vino”, le respondieron.
Nerviosa, Dascalaky le pidió a un amigo del Tiro Federal al que solía ir a practicar De Marco, en San Fernando, que fuera a tocarle timbre a su casa, en la calle San José 86, a metros del Jockey Club y del Hipódromo de San Isidro, para ver si le había ocurrido algo.
Cuando la abogada llegó, la estaban esperando afuera, con la puerta abierta. “Llamamos a la ambulancia“, le dijeron primero. Ella quiso entrar, pero los amigos del “Negro” le advirtieron: “Llamamos a la Policía“.
Ahí supo definitivamente que algo andaba mal, que el empresario inmobiliario no había tenido una descompensación o un problema de salud, sino que había sido víctima de un brutal homicidio. Adentro estaba todo desordenado, era una típica escena de un robo.
Susana y Jorge se habían conocido por su amor a los animales, en 2009. Él la convocó para ejercer en su rol de abogada en la ONG que presidía, el Centro de Prevención de Crueldad al Animal (CPCA), el mismo que fue determinante, entre otras acciones, para convertir el Zoológico de Buenos Aires en el Ecoparque. Ella estaba en Mendoza y se vino a vivir a Buenos Aires.
Los dos atravesaron graves problemas de salud. De Marco fue operado en 2011 por un tumor en un riñón. Por eso fue que decidió dejar la presidencia de la ONG, que pasó a manos de Dascalaky, quien el año pasado también atravesó una intervención quirúrgica por un cáncer de mamas.
“Los animales nos dieron fuerzas. Nos salvamos por ellos“, resume ahora la mujer en diálogo con Clarín. Este miércoles, a las 11.30, participará de una protesta frente a la sede del Concejo Deliberante de San Isidro, en la calle 25 de Mayo 459, para pedir justicia y reclamar al municipio medidas urgentes ante “los innumerables hechos delictivos cargados de violencia”.
“Esta es la oportunidad de no quejarse y sí reclamar. No queda otra que involucrarnos. Sean todos invitados. Sugerimos que los que asistan a apoyar vengan vestidos de negro, ya que toda la comunidad está de luto y evidenciar la gravedad de la situación“, expuso la convocatoria de los vecinos a través de las redes sociales.
Jorge fumaba sin parar desde que era joven. Para engañar a sus seres queridos, que le advertían de los perjuicios para su salud, compraba paquetes de 10 cigarrillos.
La consecuencia fue una Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC), por la que solía dormir con la ventana de su habitación abierta. Esto, a pesar de que su chalé era “un búnker” y tenía gran cantidad de armas de fuego, ya que era coleccionista, facilitó la entrada de los asaltantes, pasadas las 3 de la madrugada del jueves 14 de marzo.
Hasta el momento hay un solo detenido. Se trata de Rubén López (70), el remisero acusado de trasladar a los cuatro sospechosos.
El domingo pasado, en su indagatoria ante los fiscales Patricio Ferrari (fiscal general adjunto) y Carolina Asprella (Área Criminal del Ministerio Público de San Isidro), negó conocerlos y solo dijo que hizo un viaje en un Renault 19 bordó que “una chica” pidió en la agencia donde trabaja hace unos 15 años, en avenida Rolón al 1600, en Beccar, que supuestamente le compró su hijo 15 días antes.
“Pidió un auto y dijo que iba hasta la ‘rotonda del caballo’, en Márquez y Rolón… Empezó el viaje y entonces me dijo que iba hasta la calle San José a levantar a tres chicos. Paré a media cuadra (de lo de De Marco). Vinieron tres pibes, uno se sentó adelante y los otros dos con la chica, atrás“, agregó López.
El delito que le imputan es “encubrimiento en la modalidad de favorecimiento personal agravado por ser consecuencia de un hecho especialmente grave”.
“No sabía que los chicos hicieron eso“, fue su respuesta cuando le preguntaron por qué no había denunciado ante la Policía al enterarse en los medios lo que habían hecho sus pasajeros.
El crimen de Jorge De Marco
Según la investigación, los delincuentes escalaron el muro perimetral, de unos dos metros de altura, y accedieron a la ventana ubicada en el primer piso, que De Marco dejaba abierta por su afección respiratoria.
El hombre, que medía 1,98 y pesaba 130 kilos, según su pareja, fue sorprendido mientras dormía. Lo maniataron con cordones y le ataron las piernas con una sábana.
Una vez indefenso, le dieron una brutal golpiza, lo que provocó su muerte como consecuencia de traumatismos en el tórax por la fractura de dos costillas del lado derecho a partir de un hemoneumotórax y una broncoaspiración.
Tras el crimen, el Renault 19 bordó quedó filmado por las cámaras de seguridad. Los pasajeros eran “tres chicos” y “una chica“, según declaró López. “Se bajaron en (Juan) Clark y Riobamba. Les cobré 3.000 pesos por el viaje, que pagó el que iba adelante”, contó el remisero.
A la víctima le robaron más de 15 armas cortas y largas, municiones, dinero y su celular, con el cual uno de los asesinos le pidió a su novia que llamara a un remís.
“El Negro” era piloto de aviones jubilado e instructor de tiro. Los domingos solía ir a un refugio de Pilar a llevar comida y medicamentos para perros y gatos. Era común verlo en la Panamericana rescatando animales abandonados o heridos por los vehículos que los atropellaban al cruzar la autovía.
Si bien Dascalaky pretendía presentarse como querellante en el expediente, el único hijo del empresario, con el que no tenía relación desde hacía ocho años y que ni siquiera asistió el sepelio, del que se hicieron cargo sus amigos, se anticipó.
“Era un apasionado de los animales, lo único que lo conmovía y lo hacía llorar”, contó la pareja de De Marco, a quien acompañaba a “patrullar” las calles y rescatar animales heridos por pirotecnia en las fiestas de fin de año.
La abogada sostuvo que la única casa del barrio que no había sido asaltada era la de De Marco.
“Quiero hablar con el intendente (Ramón Lanús, de Juntos por el Cambio), venía con un compromiso de mejorar la seguridad, pero en San Isidro estamos cada día peor“, expresó.
En la casa del “Negro”, en cuyo patio había enterrado los cadáveres de varios perros y gatos que murieron tras rescatarlos y que no podían dar en adopción porque las lesiones eran complejas, tenía dos gatas.
A Chocolina se la había llevado del centro de San Isidro. A Palometa, de la villa La Cava, la misma en la que, de acuerdo a los investigadores, vive la banda que lo asesinó el jueves pasado con una saña feroz.
EMJ