Mientras el Congreso ratificaba la desfinanciación de las universidades públicas, el clima social llegaba a punto de ebullición, a pura violencia.
«La introducción de la violencia en un sistema nunca es gratuita y la violencia nunca se queda quieta», escribió el recordado Carlos Busqued. En la Argentina de Milei, la violencia está en movimiento todo el tiempo. Nació en «la calle online», se mudó a la Casa Rosada y ahora se encuentra en la calle, a secas. Represión, detenidos, policías infiltrados descubiertos, periodistas golpeados, políticos de alto rango que no miden consecuencias; todo contribuye a un clima social en erupción, con olor a azufre.
La victoria pírrica del Gobierno en el Congreso con la ratificación del veto a la Ley de Financiamiento Universitario llevó el miércoles al caldo del clima social a punto de ebullición. Se multiplicaron las tomas en universidades nacionales de todo el país y la tensión aumentó en las calles. Afortunadamente, no debieron lamentarse víctimas fatales.
Heridos y detenidos en una tarde de violencia
Durante las protestas en las inmediaciones al Congreso, la policía volvió a tener su cuota de protagonismo, vía represión. Durante la misma, un periodista de Crónica TV, Pablo Alonso, fue brutalmente golpeado por efectivos de la Policía de la Ciudad, al igual que ocurrió con decenas de manifestantes.
La Policía de la Ciudad capturó a siete personas; entre ellas, un menor. Todos fueron imputados por «atentado y resistencia a la autoridad», y uno recibió además cargos por «daños a la propiedad», según informó Infobae.
El Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SiPreBA) repudió el hecho. «Defendemos nuestro oficio y el derecho a protestar», comunicó el gremio.
El influencer liberal y los infiltrados
El influencer liberal conocido como Fran Fijap es popular en redes sociales por su estilo violento. «Zurdos LTA»; «Zurdos van a correr»; «Que revienten los zurdos», son algunas de sus publicaciones recientes. El militante libertario se acercó a la manifestación, pero no duró mucho. Sufrió de forma analógica la violencia que desparrama en las redes. Fue abordado por manifestantes y debió correr a resguardo.
En ese marco, la policía de Patricia Bullrich sufrió un daño colateral: la revelación de sus infiltrados. En numerosas ocasiones, Bullrich fue acusada de enviar a manifestaciones policías de civil a provocar desmanes que justifiquen la represión policial, hecho ilegal siempre negado por la ministra de Seguridad nacional. Mientras Fran Fijap corría, un grupo de civiles lo protegió y le dio cobijo en un local de comidas. Ese mismo grupo, comenzó a lanzar gas pimienta a los manifestantes, quienes rápidamente entendieron que se trataba de policías infiltrados. Las imágenes que acompañan este artículo son más que elocuentes.
La violencia del presidente y la pelea de Grabois
La violencia en redes sociales es una marca registrada del Gobierno de Milei, con el famoso «ejército de trolls» en la vanguardia. Tal advirtió el citado Busqued, esa violencia no se quedó quieta y se trasladó a las calles. Sin embargo, desde el Gobierno no se recapacita al respecto: el miércoles mismo, en la Asamblea Plenaria CEAL, el presidente Javier Milei dijo: «No les demos lugar a estos zurdos de mierda», ante el aplauso de los empresarios más poderosos del país.
En medio del caos, el dirigente social Juan Grabois fue increpado por un vecino de Palermo, quien lo abordó de forma imperativa con una serie de acusaciones e insultos. Grabois respondió con golpes y fue denunciado por la persona en cuestión.
Lejos de bajar el tono, el Gobierno redobla la apuesta. La ministra de Seguridad, se lanzó a la caza y busca con un solo ojo a los culpables, a través de enunciados que se parecen más a una amenaza que a una promesa de justicia: «Vamos uno por uno. Hasta las últimas consecuencias«, advirtió Bullrich.
De esta forma, es difícil pensar en la paz social como hipótesis a corto plazo. Los hechos ocurridos están lejos de ser aislados y se repiten en cada manifestación; cada vez, con mayor volumen, cada vez más cerca de lamentar una desgracia mayor.